La incineración es, en definitiva, una técnica tener en cuenta ya que presenta una alternativa deseable al clásico relleno “sanitario”, dado que permite sacar cierto provecho de la basura, transformándola en energía. Cuenta además con un precedente muy favorable: Suecia es hoy por hoy la “cara visible” de la incineración, con la noticia de que ha sido tan exitosa que tienen que importar basura.
Pero es preciso entender el rol de la incineración en la matriz energética Sueca: por empezar, la incineración es parte de una política más general, y representa una parte muy chica de la producción energética, ya sea para generación eléctrica, como para calefacción. Recordemos que Suecia lidera en fuentes de energía renovables y limpias, obteniendo la mayor parte de su energía de fuentes hidroeléctricas o nucleares.
A su vez, la decisión de importar basura, paradójicamente no responde a un aumento de la demanda, sino a una política de reciclaje que ha sido tan eficaz que dejó sin suministros a las plantas incineradoras. Es decir, la incineración sólo tiene sentido en conjunto con una política de residuos mucho más amplia, ya que no es de ninguna manera una alternativa al reciclaje, y aún reduciendo los rellenos, tiene desechos que deben ser enterrados también (cenizas exóticas de composición química a veces compleja).
En resumen, la incineración es una alternativa a tener en cuenta, tanto como política de residuos como fuente de energía, pero hay que tener en cuenta los problemas que genera por sí misma, y lo que es más importante todavía, entender que solo sirve como parte de una política más amplia.